Los Ovitz eran una familia de artistas judíos que padecían una forma de enanismo llamada displasia espondiloepifisaria. Eran siete hermanos y hermanas que habían nacido en Transilvania, una región que pertenecía a Rumania pero que fue anexionada por Hungría durante la Segunda Guerra Mundial. Su condición genética les había convertido en una atracción de circo muy popular, conocida como los “Lilliput Troupe”. Pero su fama también les puso en el punto de mira de los nazis, que los deportaron al campo de exterminio de Auschwitz en 1944.
La llegada a Auschwitz
Los Ovitz llegaron a Auschwitz junto con otros 3.100 judíos húngaros en un tren abarrotado y sucio. Al bajar del vagón, se encontraron con el temido doctor Josef Mengele, el “ángel de la muerte” que realizaba experimentos médicos atroces con los prisioneros. Mengele se fijó enseguida en los enanos y ordenó que fueran separados del resto. También pidió que se les unieran otros 12 familiares que no eran enanos, pero que tenían algún rasgo distintivo, como ojos azules o cabello rubio.
Mengele estaba obsesionado con la genética y quería estudiar el caso de los Ovitz para averiguar el origen y la transmisión de su enanismo. Los sometió a todo tipo de pruebas y torturas: les sacaba sangre, les inyectaba sustancias desconocidas, les arrancaba dientes y cabellos, les hacía radiografías y les examinaba los órganos internos. Los Ovitz sabían que su vida dependía de la curiosidad de Mengele, así que trataron de cooperar lo mejor posible y de mantenerse unidos como familia.
La supervivencia milagrosa
Los Ovitz pasaron casi un año en Auschwitz, soportando el hambre, el frío, las enfermedades y el miedo constante. A pesar de todo, lograron sobrevivir gracias a su fe, su esperanza y su amor fraternal. También contaron con la ayuda de algunos prisioneros y guardias que les tenían simpatía o que esperaban algún beneficio a cambio. Los Ovitz consiguieron mantenerse vivos hasta el 18 de enero de 1945, cuando fueron evacuados del campo ante el avance del ejército soviético.
Los Ovitz fueron liberados por los rusos el 27 de enero de 1945, después de una larga y penosa marcha por la nieve. Se convirtieron así en la única familia completa que salió con vida de Auschwitz. De los 3.100 judíos húngaros que llegaron con ellos al campo, solo 180 sobrevivieron.
El regreso a la vida
Tras la guerra, los Ovitz regresaron a su pueblo natal, donde recuperaron parte de sus propiedades y reanudaron su carrera artística. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que ya no había sitio para ellos en Europa, donde el antisemitismo seguía latente. Decidieron entonces emigrar a Israel, donde se establecieron en 1949. Allí continuaron actuando como los “Lilliput Troupe” hasta 1955, cuando se retiraron del espectáculo.
Los Ovitz vivieron el resto de sus días en Israel, donde formaron sus propias familias y tuvieron hijos y nietos sanos. Su historia fue recogida por el periodista israelí Yehuda Koren y la escritora británica Eilat Negev en el libro “Los enanos de Auschwitz”, publicado en 2013.
Los Ovitz fueron testigos y víctimas del horror nazi, pero también ejemplos de resistencia y supervivencia. Su increíble historia nos muestra el valor de la vida humana y la fuerza del amor familiar.