¿Te imaginas un agujero gigante en medio de la nada que emite sonidos misteriosos y que parece no tener fondo? Pues existe y se encuentra en Siberia, una de las regiones más frías y remotas del planeta. Se trata de la llamada "puerta al inframundo", un cráter que se formó hace unos 25 años por el deshielo del permafrost y que desde entonces no ha dejado de crecer y sorprender a los científicos.
Se encuentra cerca del pueblo de Batagay, en la república rusa de Sajá. Crece unos 10 metros al año y tiene una temperatura media de -10°C. Se cree que podría haberse originado por una explosión subterránea o por la erosión provocada por un río cercano y que podría seguir expandiéndose hasta alcanzar un equilibrio térmico o hasta encontrarse con otro cráter similar.
Este cráter, conocido como Batagaika, tiene una longitud de más de un kilómetro, una profundidad de unos 100 metros y una anchura de unos 800 metros. Es el mayor cráter de este tipo en el mundo y se ha convertido en un laboratorio natural para estudiar los efectos del cambio climático en el suelo congelado.
El cráter fue descubierto al producirse el deshielo del permafrost por el cambio climático. El permafrost es una capa de suelo que permanece helada durante todo el año y que almacena grandes cantidades de carbono orgánico. Cuando se derrite, libera gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano, lo que contribuye al calentamiento global. Además, provoca la inestabilidad del terreno y la aparición de fenómenos como los cráteres, las avalanchas o los hundimientos.
Los investigadores han encontrado en el cráter restos fósiles de animales y plantas que datan de hace miles de años, lo que les permite reconstruir la historia climática y ecológica de la zona. También han observado que el cráter emite sonidos extraños, como silbidos, zumbidos o golpes, que podrían deberse a los movimientos del hielo, el viento o los animales.
Sin embargo, el origen y el destino del cráter siguen siendo un misterio. Nadie sabe con exactitud cómo se formó ni cuánto va a seguir creciendo. Algunos lugareños lo consideran una maldición y lo evitan por temor a lo que pueda haber en su interior. Otros lo ven como una oportunidad para el turismo y la ciencia. Lo cierto es que el cráter es un testimonio impresionante de la fuerza de la naturaleza y del impacto del ser humano en el planeta.