El 22 de noviembre de 1963, el mundo entero se paralizó. El presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas, y un hombre con un paraguas se encontraba en el lugar y momento del crimen. Ese hombre era Louie Steven Witt, más conocido como “El hombre del paraguas”.
El padre de JFK, Joseph Kennedy, había apoyado en su día al político británico Neville Chamberlain, famoso por llevar siempre un paraguas negro y por no ser especialmente duro con Hitler. En los años 60 se decía que a los Kennedy no les gustaban los paraguas. Y a Louie Steven Witt le pareció una buena forma de protestar, quizá demasiado sutil. La idea se la dieron en la oficina.
Witt no era un asesino, ni un conspirador, sino un simple ciudadano que protestaba contra la política de Kennedy. Su paraguas abierto no era una señal para los asesinos, ni un arma secreta, sino un símbolo de descontento. Sin embargo, su gesto fue malinterpretado por los teóricos de la conspiración, quienes lo señalaron como un posible cómplice en el asesinato. Unos dijeron que su paraguas era una señal cómplice para el asesino, otros que el paraguas era un arma capaz de disparar, otros que el paraguas llevaba dardos narcóticos...
En 1978, Witt compareció ante el Congreso de los Estados Unidos para aclarar su papel en aquel fatídico día. Negó tener cualquier relación con el asesinato y afirmó que su paraguas era completamente inofensivo. Lamentó haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado y se convirtió en una figura trágica de la historia americana.
"Creo que no tengo nada más que decir. Realmente no puedo pensar en nada más que pueda ofrecer a la comisión que pueda ser de alguna ayuda para ellos. . . La única otra cosa que me gustaría decir es que creo que si el Libro Guinness de los Récords Mundiales tuviera una categoría para las personas que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, haciendo lo incorrecto, yo me llevaría el primer puesto, sin siquiera un subcampeón cercano."
Witt falleció en 2014, dejando atrás un legado de misterio y confusión. Su paraguas, ahora una pieza de evidencia en el caso del asesinato de Kennedy, es un recordatorio constante de aquel día oscuro y de cómo un simple gesto puede ser malinterpretado.
¿Fue realmente un conspirador o simplemente un hombre que protestaba en silencio? ¿Cómo cambió su vida después de aquel día? ¿Y cómo ha cambiado nuestra percepción de él con el paso del tiempo?
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